¿Mindfulness? Yo también pensaba que era para gente rara.
Si hace unos años me decías “prueba el mindfulness”, te habría dicho:
“No tengo tiempo para eso.”
Y era verdad.
O al menos, esa era mi excusa preferida.
Pero también era cierto que dormía poco, comía mal, me enfadaba rápido, y no estaba del todo… presente.
Sí, me iba bien en lo profesional.
Pero por dentro, había ruido.
Y fue en ese ruido donde encontré una pregunta que me hizo cambiar:
👉 ¿Qué pasaría si empiezo a prestarme atención?
Mindfulness no me solucionó la vida. Me devolvió a ella.
Empecé con 5 minutos al día.
Literalmente 5 minutos sin mirar el móvil, sin hacer nada.
Solo estar. Respirar. Escuchar.
Al principio me aburría.
Después, empecé a sentir algo raro:
estaba volviendo a casa. A mí.
No fue una revelación mística. Fue una reconexión silenciosa.
Y en esa práctica, empecé a vivir mejor.
¿Qué cambió en mi día a día?
- Más claridad. Me cuesta menos tomar decisiones, incluso las incómodas.
- Más presencia. Cuando estoy con alguien, estoy de verdad.
- Menos reactividad. Ya no salto al primer estímulo.
- Mejor energía. Duermo mejor. Respiro mejor. Como mejor.
Y ojo: no tengo una rutina perfecta.
Pero ahora sé volver a mí cuando me pierdo.
¿Y tú? ¿Cuándo fue la última vez que estuviste contigo sin distracciones?
No tienes que hacer retiros.
Ni comprarte incienso.
Ni tener una hora libre cada día.
Solo necesitas querer estar un poco más cerca de ti.
Empezar por 3 minutos.
Respirar sin mirar el móvil.
Escuchar sin tener que contestar.
Eso también es mindfulness. Y es más poderoso de lo que parece.
Cierro con esto:
No te invito a cambiar tu vida entera.
Te invito a que no te pierdas dentro de ella.
Y si algo de esto te resonó, bienvenida sea la práctica.
Aunque sea un minuto al día.
Nos vemos en el camino.
— Héctor